July
(...) "La incomunicación total" pensó Oliveira. "No tanto que estemos solos, ya es sabido y no hay tu tía. Estar solo es en definitiva estar solo dentro de cierto plano en el que otras soledades podrían comunicarse con nosotros si la cosa fuese posible. Pero cualquier conflicto, un accidente callejero o una declaración de guerra, provocan la brutal intersección de planos diferentes, y un hombre que quizá sea una eminencia del sánscrito o de la física de los quanta, se convierte en pépère para el camillero que lo asiste en un accidente. Edgar Poe metido en una carretilla, Verlaine en manos de medicuchos, Nerval yArtaud frente a psiquiatras. Qué podía saber de Keats el galeno italiano que lo sangraba y lo mataba de hambre? Si hombres como ellos guardan silencio como es lo más probable, los otros triunfan ciegamente, sin mala intención por supuesto, sin saber que ese operado, que ese tuberculoso, que ese herido desnudo en una cama está doblemente solo rodeado de seres que se mueven como detrás de un vidrio, desde otro tiempo..."
(...) Puesto que había pensado en los poetas era fácil acordarse de todos los que habían denunciado la soledad del hombre junto al hombre, la irrisoria comedia de los saludos, el "perdón" al cruzarse en la escalera, el asiento que se cede a las señoras en el metro, la confraternidad en la política y los deportes. Sólo un optimismo biológico y sexual podía disimularle a algunos su insularidad, mal que pesara a John Donne. Los contactos en la acción, y la raza y el oficio y la cama y la cancha, eran contactos de ramas y hojas que se entrecruzan y acarician de árbol a árbol, mientras los troncos alzan desdeñosos sus paralelas inconciliables. "En el fondo podríamos ser como en la superficie", pensó Oliveira, "pero habría que vivir de otra manera. Y qué quiere decir vivir de otra manera? Quizá vivir absurdamente para acabar con el absurdo, tirarse de sí mismo con una tal violencia que el salto acabara en los brazos de otro. Sí, quizá el amor, pero la otherness nos dura lo que dura una mujer, y además solamente en lo que toca a esa mujer. En el fondo no hay otherness, apenas la agradable togetherness. Cierto que ya es algo..." Amor, ceremonia ontologizante, dadora de ser. Y por eso se le ocurría ahora lo que a lo mejor debería habérsele ocurrido al principio: sin poseerse no había posesión de la otredad, y quién se poseía de veras? Quién estaba de vuelta de sí mismo, de la soledad absoluta que representa no contar siquiera con la compañía propia, tener que meterse en el cine o en el prostíbulo o en la casa de los amigos o en una profesión absorbente o en el matrimonio para estar por lo menos solo-entre-los-demás? Así, paradójicamente, el colmo de la soledad conducía al colmo del gregarismo, a la gran ilusión de la compañía ajena, al hombre solo en la sala de los espejos y los ecos. Pero gentes como él, y tantos otros, que se aceptaban a sí mismos (o que se rechazaban pero conociéndose de cerca) entraban en la peor paradoja, la de estar quizá al borde de la otredad y no poder franquearlo. La verdadera otredad hecha de delicados contactos, de maravilloso ajustes con el mundo, no podía cumplirse desde un solo término, a la mano tendida debía responder otra mano desde el afuera, desde lo otro.
(...) Cada vez iré sintiendo menos y recordando más, pero qué es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos, un diccionario de caras y días y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el discurso, adelántandose solapados a la cosa en sí, al presente puro, entristeciéndonos o aleccionándonos vicariamente hasta que el propio ser se vuelve vicario, la cara que mira hacia atrás abre grandes los ojos, la verdadera cara se borra poco a poco como en las viejas fotos y Jano es de golpe cualquiera de nosotros. (...) Y no le hablo con las palabras que sólo han servido para no entendernos, ahora que ya es tarde empiezo a elegir otras, las de ella, las envueltas en eso que ella comprende y que no tiene nombre, auras y tensiones que crispan el aire entre dos cuerpos o llenan de polvo de oro una habitación o un verso. Pero no hemos vivído así todo el tiempo, lacerándonos dulcemente? No, no hemos vivído así, ella hubiera querido pero una vez más yo volví a sentar el falso orden que disimula el caos, a fingir que me entregaba a una vida profunda de la que sólo tocaba el agua terrible con la punta del pie. Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire, girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impulso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada. Y no lo sabe, igualita a la golondrina. No necesita saber como yo, puede vivir en el desorden sin que ninguna conciencia de orden la retenga. Ese desorden que es su orden misterioso, esa bohemia del cuerpo y el alma que le abre de par en par las verdaderas puertas. Su vida no es desorden más que para mí, enterrado en prejuicios que desprecio y respeto al mismo tiempo (...)
ffffffff! Merde.
2 comentarios:
Rayuela es lo más. No podría ser de otra forma si lo escribió el más más. Recuerdo un capítulo salteado que hablaba de un napolitano y un tornillo, me fascinó. Hay que leerlo salteado. Difícilmente después de leer Rayuela uno vuelva a pensar en la lectura como antes lo hacía. Tengo imágenes muy vivas de este libro. La muerte de Rocamadour, Oliveira y sus hilos, las tablas que ponía para pasar a la otra ventana, La Maga; talita, etc, etc. Gracias Julio, yo te adoro desde este "Otro cielo". A vos más, Blondie, ya lo sabés. Y al Agosto también. ¿Cómo no va a ser un genio con tanta cabeza? Lotta kisses. YFU
Jajaja el loco que se quedaba mirando el tornillo todas las tardes en la puerta de la casa y lo guardaba!! Una masa, genial.
Si, lo estoy leyendo salteado. Justo hoy leí la muerte de Rocamadour. Como sucedió la primera vez que lo leí me pegó para atrás mal. Maldita humanización de sentimientos que me provocó la maternidad. Encima me veo algo reflejada con la Maga en ése sentido (que cliché identificarse con la "heroína" de la novela). Si mi hijo no trajera un padre attacheado yo andaría dando vueltas por el mundo con niño a cuestas. Qué se le va a hacer, otra de las tantas frustraciones con sabor a impotencia.
El capitulo de las tablas es de los mejores... un delirio total.
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